jueves, 31 de mayo de 2007

De ti

No lleno de ti, de tu cabello, de tus ojos; de tus brazos alrededor de mi cintura, de tu aliento acariciando mi cuello y mis orejas: mi alma. No lleno de ti, de tu voz grave que me inspira, que me habla al oído y me lleva hasta la luna, paseando entre las estrellas de la noche oscura. No lleno de ti, de tu sonrisa, de tu risa, de tu canto; del niño que juega y el hombre que me condena, que me alienta, que con sus manos me alimenta. No lleno de ti, de tu nombre en mis labios, de mi nombre en los tuyos; de tus labios en los míos, de la invocación que elevo a los cielos cuando me amas. No lleno de ti, de tus anhelos y tus sueños; de tus defectos, de tus besos que conmueven; del cansancio de tu cuerpo y tu corazón, eterno. En cambio yo te desbordo, sobre paso tu alma con mi amor, con mis deseos y mis intentos por amarte más, por ser mejor. Te desbordo de atención, de cuidados, del resplandor de mis ojos después de la explosión. Te desbordo, con mi necesidad de tu voz, de tu caricia y su calor, cada noche, con pasión. Y te extraño, te anhelo, te busco, te llamo en la noche y no escucho tu voz. ¿Quién soy yo si no espero tu llegada? ¿Quién soy yo si no amas lo que soy? Regresa pues y trae contigo mi corazón.


*Escrito en marzo de 2007, 2:20am. 

Palabras distantes

La distancia en tus palabras que me mata, dulce veneno al corazón, estando tan cerca de tu abrazo y tan lejos de su calor. La elocuencia en tu voz tranquila, invadida ahora por dolor, deja escapar su fastidio y tus ojos oscuros niegan el sol. ¿Sueñas aún conmigo? ¿Sueñas con el amor? ¿Recuerdas el paraíso, recuerdas el esplendor? Recuerdo tu aliento dulce y sueño con el candor, entregado en cada noche y derramado sin temor. Lloro tu ausencia presente, febril alucinación, y pierdo la esperanza y con ella la razón. ¿Y si las dudas te asaltan? ¿Y si la embriaguez se acabo? ¿Y si ya no quieres mis besos y con ellos mi pasión? Asalta mi cuerpo el hechizo que provoca la intención, de jurarme con tus besos que estas conmigo, que somos sólo dos.

*Escrito en mayo de 2007, 11:50pm. 

miércoles, 30 de mayo de 2007

El beso

Beso tu boca de miel que calienta mi sangre; derraman luz sobre mi alma luna y estrellas. Cubriendo con tus manos mi piel que te espera, muriendo un instante y colapsada por una tormenta. Y la noche se enciende, el universo conspira y la muerte es vida contenida en un suspiro. Condeno mis labios a ti que apagas mi respiración, con el beso que me entregas en el alba, con el sol.

*Escrito en marzo 2007, aproximadamente a las 11:30 am. 

lunes, 21 de mayo de 2007

Otra vez

Escucha las palabras de mi boca que dedico a tratar otra vez, siempre que te espero en la parada de tu tren. Ve mis brazos que se alzan, y lo intentan otra vez, alcanzarte sin el miedo que sintiera en el ayer. Si me sientes si me tocas, inúndame otra vez, cada noche que te espero para volverte a ver. Si me cubres si me besas, no me dejes otra vez, clávate en mi pecho, y no tomes ese tren. Si me quieres, si te quiero, quédate tranquilo otra vez; no te vayas nunca, que yo nunca me iré. *Escrito el 16 de mayo de 2007, 2pm.

La promesa

Se moja, a chorros; cae la lluvia y despierta la vida. Una esperanza al horizonte y caminar por el sendero, hasta ella; espinos y piedras, tropiezo. Apresuro el paso, los ruidos perturban la mirada, volteo a otras direcciones, ¿y la esperanza? Está ahí, la pierdo de vista a momentos, pero está, lo prometió, "estaré siempre... ahi"; hasta allá la mande yo, lejos, sobre la montaña y el pasto verde, para que cuando llegara pudiera apreciarla mejor.
La noche me ciega, es tan negra, sin estrellas si quiera; ¿y la luna? no la veo, pero también sigue ahí; descanso en el monte, no he comido ni he bebido. Corre agua cerca, no es el lago en el que me sacio, donde esta la esperanza, pero agua al fin que servirá para seguir, me la bebo.
Al alba se acaba el descanso, la obscuridad se fue y sigo mi camino; se ve sinuoso, sucio. Las flores no están, ni siquiera distingo el horizonte, pero entre los árboles se filtran los rayos de sol, suaves, tenues, pero estan ahi. Y me muevo. Entre riscos, que aparecen como de la nada, entre el silbido del viento que me asusta cuando los silencios son demasiados y me aplastan.
Resbalo, me lastimo por completo, el cuerpo y el alma me llora, no veo la esperanza, ahí está, lo sé y sin embargo no la veo y no la veo y no creo. Lloro, un minuto, dos minutos, una hora y la tarde se me pasa, llorando, ya ni un rayo me toca, y la noche de nuevo, me pega en el rostro, doy un paso y caigo a un hoyo, me parece enorme; con los brazos me impulso, podría salir pero no tengo fuerza. Y lo intento, una y otra vez, me obstino hasta rendirme, allá afuera hace frío y aqui es cálido, es cómodo, me quedo. No sé si quiera salir, no sé si morir alcanzando la esperanza o morir quedandome en donde estoy; ¿que dolerá menos? ¿qué valdrá más? ¿qué merezco? No lo sé, aquí no siento frío, ni hambre, ni me esfuerzo, allá, afuera sí.
Duermo, el mediodía me sorprende y con él el recuerdo de la esperanza, allá, a lo lejos.
Y lloro otra vez; ¿que pierdo hoy o que perderé? Y luego no lloro y aqui me quedo, ni sol, ni esfuerzo, ni esperanza.Nada me invade ya, más que la sensación confortable.
Pero a ratos le pienso.
A ratos me muerdo el labio, para no salir de un impulso.
A ratos me asomo para ver si encuentro el camino.
Aún me duelen las piernas, la cabeza, el corazón; el frío me quema.
Segunda noche, eterna; el día callado, no hay tregua.
Tercera noche, siento una gota en la mejilla, son lágrimas, me digo.
Otra gota y después otra y luego a chorros. Me siento fuerte, alzo la cabeza, levanto los brazos, me recargo en la tierra, me impulso como nunca antes. Salgo.
Estoy de nuevo en el camino, tomo el riesgo y avanzo, renovado, con la lluvia mojandome los cabellos, la piel, el cuerpo y camino, a pesar de la noche. Y el sol me sorprende, pleno y el camino adelante, despejado. El horizonte claro y la esperanza ahí, siempre ahí, sobre la montaña, sobre el verde.
Y llueve y cae vida.
Se moja, a chorros; cae la lluvia y vuelve la vida. Y ya no corro y ya no pierdo la esperanza en el horizonte. Ahí, donde esta ella, esta el lago, puro y cristalino que me sacia y la luna y sus estrellas se reflejan, más pálidas y bailan incluso en el día, con el sol. Árboles verdes como el suelo que pisaré y vientos frescos que acarician la piel.
Me mojo, a chorros; cae la lluvia y vivo otra vez.

Nada

Sin miedo, sin amor.
Los gritos claman esperanza, los ojos compasión.
Sin dolor, sin amor.
Las manos cubren el rostro, el cuerpo pide perdón

Sin sonrisas, sin amor.
La vida vacía y la cama llena de pasión.
Sin llanto, sin amor.
La falsa tranquilidad y el falso corazón.

Sin alma, sin amor.
La lluvia no moja y no calienta el sol
Sin perdón, sin amor.
El dolor confunde, se pierde la razón.

Sin amor, sin amor, sin amor, nada.

Con el alma.

Espacio y tiempo son tuyos,
como lo es mi corazón.
De mí ni una palabra,
solo mi silencio que te llama.



Y...Chris dijo: Cuanto aturde a veces el silencio

Los sueños de la luna

Encuentra lobo, el camino de regreso a tu luna que te espera,
que la prisa no te detenga, que no pierdas ni una de sus huellas.
Confía lobo, que tu corazón te lleva aunque cansado,
a la blanca estepa,
reconstruirá tu confianza y descansará tu alma en ella.

Escucha lobo, entre el viento y con el frío, que te nombro,
que mi voz, en silencio, acaricie suave tu cuerpo lastimado.
Recuerda lobo, como lluvia fresca, los besos que te ansían,
esperando tus labios al retorno de los míos,
añorando tu presencia que cautiva.

Perdona lobo, a tu luna envuelta en tormenta y cegada por nubes,
que su alma es tuya y su luz ahora derrama con lágrimas,
anhelando tu llegada.

Olvida lobo, tu dolor que me mata, con poemas de recuerdos,
de ilusiones y de sueños, que construiremos juntos hoy y mañana.

Regresa lobo, sin miedo, tu amor al mío, que somos uno.

Sin ti

Sangra el pecho; lloro tu ausencia.
Sin lobo al que esperar, la luna, se apaga.
Sin su luna que seguir, el lobo se pierde…

miércoles, 16 de mayo de 2007

Litzia:

Gracias por ser mi mejor amiga y por estar ahi siempre.
Mil felicidades!!! te quiero muchisimo...

Y te vuelvo a besar

Besarte me angustia; aunque la luna brille
siento tus dientes desgarrando mi corazón,
y su luz se pierde.

Tu boca bebe la sangre que provoca,
chupa lágrimas mezcladas con aliento jadeante.
Mi cuerpo me condena.

Te beso.

Mi cabeza estalla en mil imágenes,
tuyas, mías; de ella.
El calor me abrasa con tus manos y me quema hasta gritar;
quisiera golpearte en la cara.

No lloro.

Tu nariz sangra y el instante se detiene por minutos,
reflejas dolor y te veo; acaricio tu mejilla,
pero no hay herida, ni sangre, ni dolor.

Me abrazas.

No comprendes mi mirada,
tampoco el frío que siente mi piel
ni el sabor indiferente de mis labios.

Y te beso y me angustia;
y tus palabras me hieren, pero te quiero;
y te vuelvo a besar.

domingo, 13 de mayo de 2007

Anfiteatro

El gris perdura en el exterior, quiza adentro también. Los ojos se ponen tristes; se funden en ellos las sombras, el dolor, la muerte. El cuerpo desnudo en el intenso frío.

Entendimiento

Esta mañana comprendi que no eres feliz conmigo.
Que tus ojos ya no se alegran al ver mi alma,
que ya no la encuentran.

Que eres real e ideal, que eres Amor para mi;
y que eres distancia y frio,
veneno adictivo.

Esta mañana comprendi que nunca has soñado conmigo,
como te he soñado yo a ti.

Ironía

Este vacío de tus palabras me habla de la esperanza muerta, cuando la lejanía nos alcance, más cerca que antes.

Huele a ti la soledad

Huele a ti la soledad. Vientos suaves, acortando los kilómetros que nos separan, me arropan con su frío y con tu aroma.
¿Qué entiendes tú de ausencias?
Mensajes sombríos me llegan sobre ti, cortos, distantes. Te perdí hace 7 años, con el primer beso, y a la vuelta de la esquina.
Supiste que así sería, ¿no es así?
Te sostengo como al aire, por momentos cortos y fugaces que nos dan la vida; que si no respiro profundamente, me la quitan.
¿Envenenas mi corazón?
Lo haces cada día, con palabras y sin ellas; con tu llamada que convoca mi figura sin demora y con la mía que no te invoca.
¿Serás mió alguna vez?
Respondes con un siempre que es nunca. Yo sonrío y lo atesoró como verdad, luego acepto la realidad que esconde.
¿Me amas?
Por lo bajo todos los días, en secreto cada hora. Con olvido y por una eternidad. Y yo te detesto adorando la miel de tus ojos.
¿Sabes quien soy?
La carne que te provoca, que te invita y te sacia. La sonrisa que te recibe con el llanto por las venas y que no conocerás.

Un día

Un día me vas a dejar
y a ella también;
lo harás por otro cuerpo
entre tus brazos.

Por sonrisas radiantes
y un rostro terso,
ojos nuevos como la miel.

Vigoroso de amor e ilusiones
no pensarás más en mi,
ni en lo inevitable.

Harás tus maletas para vivir con el sol,
y tu reflejo y el de ella
en el Guadalquivir.

Un día me vas a dejar,
y a ella también;
lo harás por esa vida
que tendra fin

Y yo,
y yo no quiero estar ahí cuando lo hagas.

La llamada

Ruido y ruido, todo estaba en mi cabeza, el sonido de la música, las voces, tu llamada y yo sola.
Las personas a mi alrededor hablaban, pero no alcancé a distinguir palabra alguna, no tenian sentido para mi; y el sueño, el maldito sueño y tu lejos, me moría.
La noche anterior dormí temprano, pensando en tí y no bastando eso soñé contigo; un sueño extraño y desagradable: teníamos un problema y luego te marchabas. Te busque por todo el sueño, te encontré, abrí los labios para hablarte y entonces desperté. El sueño no termino.
El dolor invadía mi cuerpo, el alma, la mente y aún pensaba en ti. El día se volvió insoportable, y la tarde paso más lenta que de costumbre. Me quede en casa, lamentando tu ausencia.
Atardecía mientras hacia nada, sólo eso; atardecía mientras esperaba tu llamada, el teléfono no sonó. El mundo parecía vacío y yo en él, con mi patética vida.
Oscureció, la noche se volvió mi compañía, mi eterna compañía y tu llamada no llego. Yo sola, tu lejos y de cualquier forma te espero, quizá algún día te encuentre por la calle, quizá algún día quieras hablarme. Mientras tanto la espera, la maldita espera, y yo muriendo y las voces en mi cabeza.

La nada sin ti

Aquella vez corrí tan rápido como pude, como el viento me lo permitía. Detrás mío, a lo lejos, me mirabas, yo lo sabía. Supe que llorabas, tanto como yo.
Mientras seguía corriendo me pareció volar; tu vista ya no me alcanzaba, entonces paré. Sentí que me ahogaba, no se si fue por la forma en que huí o la razón que tuve para hacerlo. Así, poco a poco, en cada aspiración, la muerte entraba en mi. Pensé en descansar antes de morir, lo hice mientras soñaba contigo. Después... nada.

Costumbre

La costumbre nos abandona y perdemos nuestro significado, nos volvemos nada, sin embargo no morimos. Quizá algún día la costumbre regrese a nosotros, para darnos vida otra vez.

El cristal

Estamos tan cerca, en parajes distintos. Camino a donde te encuentras; tú me buscas. Trato de tocarte. No puedo. El cristal nos separa, como siempre, como nunca, porque al mismo tiempo es nuestra única unión.

sábado, 12 de mayo de 2007

La batalla

Mis pasos se perdieron en la obscuridad de tu partida. No me importó que tus ojos dudaran al mirar, al decir adiós; aún con el dolor que percibí en tus palabras, permití que te fueras.
Cuando la distancia era suficiente, cuando estuve segura de que no iba a correr tras de ti, sólo entonces caminé hacia la dirección en que te marchaste; avancé unos cuantos metros y me detuve mientras veía aún tu silueta obscura desapareciendo en la noche, después tomé mi camino, dándole la espalda al tuyo, sin volver la vista hacia donde te fuiste.
Poco antes del amanecer, abrí los ojos. Me acomodé poniendo la espalda en la cabecera y supe que tu avión había salido, quizás al tiempo que veía cómo el sol se asomaba a mi ventana y a la de otras tantas personas que iniciaban su vida rutinaria.
Salí del cuarto y preparé el café, ahora sólo una taza. Leí el periódico de la semana anterior y minutos después salí del apartamento, para tomar mi ruta en le periférico y comenzar, junto con la batalla del tráfico, la del olvido.

Mayo y sus flores

A veces me duelen las flores de mayo, cayendo como lluvia en el otoño, como si el invierno no fuera suficiente y nos avisaran que junio está por llegar, que el sol sonreirá hasta quemarnos y luego, como siempre, se marchara con las hojas.
¿Recuerdas esa tarde, cuando el viento no sopló más? La partida era inevitable; el frío estaba cerca, lo supe a pesar del calor que aún me envolvía. Te hubiera detenido, podía hacerlo y tú te habrías quedado, pero ya no era tiempo; el camino aguardaba, tú sólo tenías que dar el primer paso, y yo, tu único obstáculo, dejé que pasaras, a cambio recibí una sonrisa, no sé si viste la mía, pero te respondí, como una última súplica en silencio, prefiero creer que no te diste cuenta y no que la rechazaste.
Las flores de mayo están por caer y mi memoria aún te persigue, quizás puedan llevarse tu recuerdo y no me duelan más. Ahora seré yo quien dirá adiós, a la vez que sonría, sin que me importe la respuesta; si la hay, fingiré no haberla visto, mientras espero la llegada del sol. Pero el invierno todavía es suficiente, y mayo y sus flores aún están lejos; más aún la partida del sol con las hojas, más aún el olvido.

¿Será mejor la obscuridad?

El cielo no tenía buen aspecto. Parecía enfermo. La melancolía se desplazaba por las nubes, como cuando la lluvia se cansa de su ciclo infinito.
¿Será mejor la obscuridad?
La tarde llegó corriendo. Venía apurada, como si le doliera tanta pena. Sonrió sin mucho afán. Fue como la luz de una vela, frágil, pero empeñada en alumbrar a pesar del viento. Sus intentos no duraron mucho, la obscuridad acabó con ellos. El cielo no tenía buen aspecto.

El silencio y las voces

El silencio jugaba con las voces que el viento traía desde muy lejos. El sol no lograba calentar la atmósfera. Las hojas de los árboles caían sin cesar. El silencio seguía empecinado en desvanecer los sonidos.
La monotonía penetraba hasta los huesos. El dolor ya no era inmediato. Me sente en el suelo. La calle estaba llena de personas, algunas eran conocidas, a otras jamás las había visto. Unos niños apresuraron el paso. El cerco humano era cada vez más estrecho. Obscurecía cuando reconocí mi propio rostro entre la gente. Aquella visión fue interrumpida por una persona que me tomó con cuidado entre sus brazos.
-Murió-, dijo.
El silencio jugaba con su voz.

El concierto

Un suspiro de soledad se ahogó en su alma. En el silencio remarcado por la lluvia, la música alentaba ritmos en su corazón, aunque la mente deseaba poner punto final a todo. Una orquesta llenaba los espacios donde la tristeza se negaba a retirarse. El dolor prevalecía en aquella atmósfera, al mismo tiempo que la luz luchaba con la obscuridad. Sus ojos, de color café obscuro, lloraron por dentro. El agua caía y mojaba la vida, la muerte. Trató de sonreír, aquella música entraba por la piel, hasta su alma. Más allá de la dicha se encontraba la pena. Las notas eran su aliento y también el ahogo.
Un concierto para piano comenzó en aquel momento, era del mismo autor y pareció intensificar la obscuridad. Aquel concierto reflejaba, como siempre, sus sentimientos. La vida se fugaba con el aire, con la libertad, con la vida misma. A veces era mágica y a veces un hechizo maligno.
Al concluir el concierto, no hubo nada que indicara como retomar el rumbo.

Siempre en Noviembre

Tierno y sutil acarició mi vida. Con bondad infinita curó soledades, y golpes acaecidos. Con paciencia recibió la impaciencia,  el vaivén de...