martes, 27 de enero de 2009

Paréntesis

A usted, que me enseño lo necesario para escribir, para dejarlo de hacer y para hacerlo otra vez. Gracias.

Escribir de ti es inútil, innecesario, irremediable y también insuficiente; ya estarías criticando todos estos adjetivos como insufribles, habría tachaduras en dos de cada tres renglones, o mejor, en dos de cada tres letras; me recordarías que escribir sobre pequeñas cosas, "lapsos de vidas como cualquier otra" es insensatez habiendo galaxias invisibles que describir, claro si tuviera el talento, eso sería cierto. Lo incierto eres tú, hablando de mi, de él, de aquel, de Rowling como si no supiéramos, cómo, qué, dónde escribir, como si tus inexistentes libros fueran en verdad superiores a lo escrito.

Diría yo entonces que tienes razón, dejaría de usar "entonces", e irreconocible atacaría a otros creyendo en tus palabras, incrédula a otras posibilidades, a otros escritores. Ya estaría yo guardando palabra por palabra, cada texto que quisiera escribir, en mis manos, en mi boca, en mis ojos, aferrándome a la lluvia que cae y no moja durante más de ocho años, tratando de ser y hacer lo que tú esperas: escribir sobre ella, antes de que decidas cumplir tu amenaza de hacerlo si no lo hago yo primero. Sufriría por ello el resto de mis días, incluso por escribir esta frase trillada, lugar común: el resto de mis días, y entonces sería tachada sin piedad.

Por supuesto esto no sería un paréntesis en mis días, en mi mano, en mi mente, porque los paréntesis sólo existen para escritores mediocres, aquellos que no saben qué decir o cómo, ni cuándo y se les pasa, y recurren a ellos para acotaciones sobradas o explicaciones innecesarias. Nuevamente, junto con su "mente" también sería criticado, de irrisorio y todo este texto de insólito, indigno e insulso. Y te volverías loco por el exceso de adjetivos con "i" y sobre todo de lo inédito e inaudito que resulta escribir sobre ti.


*27/01/09, escrito un par de semanas atrás. 

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