Y la música cae y es lluvia fresca, que anuncia el comienzo de una nueva vida...
miércoles, 30 de marzo de 2011
Siempre entre las flores
Aqui estoy; te espero, no hago más que eso. El cielo llora desde mediodía, desde mediodía lloro también; sólo queda el silencio.
No duermo, te pierdo mientras espero y no estás; ¿estarás mañana? ¿que tal el lunes?. - ¿Volverás?-, lo digo en un susurro, luego grito: "te quiero con locura y las estrellas, en octubre o en invierno", nadie escucha; te pienso y sonrío. Sonrío y te vas, otra vez en primavera, otra vez entre las flores. Otra vez Mercurio, intermitente, nos jugó.
martes, 27 de enero de 2009
Paréntesis
A usted, que me enseño lo necesario para escribir, para dejarlo de hacer y para hacerlo otra vez. Gracias.
Escribir de ti es inútil, innecesario, irremediable y también insuficiente; ya estarías criticando todos estos adjetivos como insufribles, habría tachaduras en dos de cada tres renglones, o mejor, en dos de cada tres letras; me recordarías que escribir sobre pequeñas cosas, "lapsos de vidas como cualquier otra" es insensatez habiendo galaxias invisibles que describir, claro si tuviera el talento, eso sería cierto. Lo incierto eres tú, hablando de mi, de él, de aquel, de Rowling como si no supiéramos, cómo, qué, dónde escribir, como si tus inexistentes libros fueran en verdad superiores a lo escrito.
Diría yo entonces que tienes razón, dejaría de usar "entonces", e irreconocible atacaría a otros creyendo en tus palabras, incrédula a otras posibilidades, a otros escritores. Ya estaría yo guardando palabra por palabra, cada texto que quisiera escribir, en mis manos, en mi boca, en mis ojos, aferrándome a la lluvia que cae y no moja durante más de ocho años, tratando de ser y hacer lo que tú esperas: escribir sobre ella, antes de que decidas cumplir tu amenaza de hacerlo si no lo hago yo primero. Sufriría por ello el resto de mis días, incluso por escribir esta frase trillada, lugar común: el resto de mis días, y entonces sería tachada sin piedad.
Por supuesto esto no sería un paréntesis en mis días, en mi mano, en mi mente, porque los paréntesis sólo existen para escritores mediocres, aquellos que no saben qué decir o cómo, ni cuándo y se les pasa, y recurren a ellos para acotaciones sobradas o explicaciones innecesarias. Nuevamente, junto con su "mente" también sería criticado, de irrisorio y todo este texto de insólito, indigno e insulso. Y te volverías loco por el exceso de adjetivos con "i" y sobre todo de lo inédito e inaudito que resulta escribir sobre ti.
Escribir de ti es inútil, innecesario, irremediable y también insuficiente; ya estarías criticando todos estos adjetivos como insufribles, habría tachaduras en dos de cada tres renglones, o mejor, en dos de cada tres letras; me recordarías que escribir sobre pequeñas cosas, "lapsos de vidas como cualquier otra" es insensatez habiendo galaxias invisibles que describir, claro si tuviera el talento, eso sería cierto. Lo incierto eres tú, hablando de mi, de él, de aquel, de Rowling como si no supiéramos, cómo, qué, dónde escribir, como si tus inexistentes libros fueran en verdad superiores a lo escrito.
Diría yo entonces que tienes razón, dejaría de usar "entonces", e irreconocible atacaría a otros creyendo en tus palabras, incrédula a otras posibilidades, a otros escritores. Ya estaría yo guardando palabra por palabra, cada texto que quisiera escribir, en mis manos, en mi boca, en mis ojos, aferrándome a la lluvia que cae y no moja durante más de ocho años, tratando de ser y hacer lo que tú esperas: escribir sobre ella, antes de que decidas cumplir tu amenaza de hacerlo si no lo hago yo primero. Sufriría por ello el resto de mis días, incluso por escribir esta frase trillada, lugar común: el resto de mis días, y entonces sería tachada sin piedad.
Por supuesto esto no sería un paréntesis en mis días, en mi mano, en mi mente, porque los paréntesis sólo existen para escritores mediocres, aquellos que no saben qué decir o cómo, ni cuándo y se les pasa, y recurren a ellos para acotaciones sobradas o explicaciones innecesarias. Nuevamente, junto con su "mente" también sería criticado, de irrisorio y todo este texto de insólito, indigno e insulso. Y te volverías loco por el exceso de adjetivos con "i" y sobre todo de lo inédito e inaudito que resulta escribir sobre ti.
*27/01/09, escrito un par de semanas atrás.
martes, 6 de mayo de 2008
No.
No escribo sobre ti, ni acerca de las tardes grises en las que me hacías reír.
No escribo sobre ti, ni de tus ojos negros, profundos y callados.
Tampoco de tus manos, grandes, largas que tomaban las mías cada noche antes de partir, como promesa al nuevo día.
No me interesa hablar de ti, de tu voz gruesa y misteriosa, de tu risa fuerte y sonora, de los sonidos que acompañaban el silencio cuando juntos no había nada.
No hablaré de tus labios. ¿Para qué decir que eran suaves, que besaban como fuego?
Que mordían el deseo y las entrañas colapsaban estando yo en tus brazos.
¿Para qué recordarte? ¿Para qué recordarme que has marcado mi cuerpo, como acero?
Que tu piel aún me toca por las noches, que tu aroma inunda mi sexo.
No.
No escribo sobre ti.
No siempre escribo sobre ti, sobre tu fuerza y tu soberbia, o tu impulso loco.
No pienso en ti, ni en tus palabras hermosas, no en la poesía que me escribías.
Tampoco recuerdo el tiempo que compartimos, las noches enteras que eran cortas, o los días en que te fuiste y caí rendida, en llanto, envuelta en penumbra.
No.
No escribo sobre ti.
Si tú.
En el silencio tu voz perdura.
Risas al oído de noches distantes
llenan tu ausencia.
Tu rostro de rosa, tus ojos de noche,
y mi boca en tus labios, sostienen mi alma.
Son hilos delgados.
Y si volvieras sin desesperanza,
si creyeras de alguna manera
que el tiempo se ha detenido.
Si el viento te trajera
y el sonido de tu ausencia
no fuera la carne y los huesos que te recuerdan.
Si fueras tú quien regresa en la tormenta.
Si no te vieran cada noche
mis ojos que te desean.
¡Si tu carne!, ¡si tu deseo!
Si en el silencio, si con el tiempo.
¡Si no te amará!… si tú vivieras.
jueves, 10 de abril de 2008
Consuelo
...Entonces, en aquella oscuridad, sumida en un terrible silencio que me hablaba de muerte y soledad, cerré los ojos para recordarte.
11:50pm
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