sábado, 12 de mayo de 2007

El silencio y las voces

El silencio jugaba con las voces que el viento traía desde muy lejos. El sol no lograba calentar la atmósfera. Las hojas de los árboles caían sin cesar. El silencio seguía empecinado en desvanecer los sonidos.
La monotonía penetraba hasta los huesos. El dolor ya no era inmediato. Me sente en el suelo. La calle estaba llena de personas, algunas eran conocidas, a otras jamás las había visto. Unos niños apresuraron el paso. El cerco humano era cada vez más estrecho. Obscurecía cuando reconocí mi propio rostro entre la gente. Aquella visión fue interrumpida por una persona que me tomó con cuidado entre sus brazos.
-Murió-, dijo.
El silencio jugaba con su voz.

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