sábado, 12 de mayo de 2007

Mayo y sus flores

A veces me duelen las flores de mayo, cayendo como lluvia en el otoño, como si el invierno no fuera suficiente y nos avisaran que junio está por llegar, que el sol sonreirá hasta quemarnos y luego, como siempre, se marchara con las hojas.
¿Recuerdas esa tarde, cuando el viento no sopló más? La partida era inevitable; el frío estaba cerca, lo supe a pesar del calor que aún me envolvía. Te hubiera detenido, podía hacerlo y tú te habrías quedado, pero ya no era tiempo; el camino aguardaba, tú sólo tenías que dar el primer paso, y yo, tu único obstáculo, dejé que pasaras, a cambio recibí una sonrisa, no sé si viste la mía, pero te respondí, como una última súplica en silencio, prefiero creer que no te diste cuenta y no que la rechazaste.
Las flores de mayo están por caer y mi memoria aún te persigue, quizás puedan llevarse tu recuerdo y no me duelan más. Ahora seré yo quien dirá adiós, a la vez que sonría, sin que me importe la respuesta; si la hay, fingiré no haberla visto, mientras espero la llegada del sol. Pero el invierno todavía es suficiente, y mayo y sus flores aún están lejos; más aún la partida del sol con las hojas, más aún el olvido.

No hay comentarios:

Siempre en Noviembre

Tierno y sutil acarició mi vida. Con bondad infinita curó soledades, y golpes acaecidos. Con paciencia recibió la impaciencia,  el vaivén de...